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Hacer tangible algo que es invisible a la vista humana, parece harto difícil. Explicar el principio impulsor de nuestro ánimo o la esencia inspiradora que permite a El Cirio obrar en armonía, resulta igualmente etéreo. Buscar el origen de la fortaleza que nos alienta a obrar es más fácil, pues puede encontrarse en nuestro Cuartel, donde se han dado e inciden las manifestaciones de nuestra misión en el campo experimental del mundo manantero.
Bienvenido al Cuartel de El Cirio, a la residencia de nuestra Corporación, donde celebramos las juntas reglamentarias y las convivencias correspondientes, en las que se ponen en práctica la devoción a nuestros santos titulares y la continua exaltación de nuestras cuestiones mananteras, donde se proyectan, se elaboran, se viven todos los matices de la Semana Santa, cuyo ciclo vital dura exactamente todo el año, porque la Corporación no debe ser tan solo para la vivencia emocionante de la Cuaresma y de la Semana Santa, sino para el continuo ejercicio de fe, hermandad y entrega de todos y cada uno de los días del año.
Nuestro Cuartel es, además, templo de amistad, lugar de encuentro fraternal, botica donde se recompone el espíritu, escuela de la vida, imagen de la nobleza de las gentes de nuestro pueblo y un proyecto de perfección humana. Es el núcleo donde se concentra la rica herencia recibida de nuestros mayores.
Bienvenido al Cuartel de El Cirio, que mantiene abiertas las puertas de la cordialidad de par en par, y certifiquemos tan afectuosa entrada con la uvita de la amistad, embebiéndonos en el espíritu de la Corporación. Sintiéndonos guiados por la ilusión insuflada, tendremos el alma gozosa por el amor del Señor de la Humildad, el corazón olvidados de los intereses terrenales, los ojos fijados en la celeste textura del firmamento manantero, y la ilusión que todo lo alcanza y todo lo inunda haciendo posible la utopía. Y, finalmente, mantengamos el silencio aceptado por nuestra mente, mientras la mano de Dios nos va modelando el alma con esa palabra olvidada por el mundo y que se llama hermandad, que nos faculta para amar a nuestro prójimo con la luz y el calor del Humilde, y desbordados por su Gracia, vibremos de alegría con los hermanos, celebrando el más alto grado de amistad, entregados al deleite de la fraternidad.
Este intento de perfección bien merece un brindis con una uvita de vino, como premio a tan buenas intenciones. No olvidemos que el vino es uno de los mayores y más legítimos goces que Dios ofreció al hombre, y cumpliendo su mandato debemos disfrutarlo sin abusar de él. El Eclesiastés recomienda: “Alegría del corazón y bienestar del alma es el vino, beberlo a tiempo y con moderación”. Es una bebida excelente, natural, fruto de la vid y del trabajo del hombre, con la que se desea salud y felicidad, que sostiene la esperanza, que propicia al hombre la alegría de ser partícipe del Nuevo Mandamiento, por el que nos ordenó Nuestro Señor que nos amásemos todos los hombres como Él nos amó. Pero sobre todo el vino es una bebida divina, es la bebida del Santo Sacrificio de la Misa, pues en forma de vino el Señor nos dio su auténtica sangre. Y todo ello es digno de celebración.
Desde su fundación, estatutaria y vocacionalmente, El Cirio se declara asociación cívico religiosa, cuya finalidad principal es la de cultivar y dar fe de su gran devoción por su Santo Titular, asistiendo a los cultos cuaresmales que anualmente se celebran en su honor y acompañarle revestidos de nazareno en su desfile procesional del Miércoles Santo. Igualmente 6
El Cirio siempre será ejemplo de hermandad, amistad y fraternidad, fiel portavoz de nuestras tradiciones mananteras, semillero y vivero de la Semana Santa.
Todo lo anteriormente expuesto es fácilmente comprobable asistiendo a nuestras juntas reglamentarias, que tras el encuentro fraternal de los componentes, son un sonoro ¡Viva El Cirio! y un solemne ¡Viva El Humilde! los votos y deseos con los que se abre la sesión. Tras debatir los puntos indicados en el orden del día, procedemos a la celebración de la Junta, en la que serán frecuentes las exaltaciones de hermandad de los asistentes, los cánticos mananteros y las saetas a Jesús y María, llegando de esta manera al culmen de nuestra convivencia. En su momento y atendiendo la disposición del hermano presidente, todos de pie y con gran devoción, escuchamos la lectura del Evangelio, para seguir con una oración por el eterno descanso de nuestros hermanos y familiares difuntos. A continuación, por la voz cantaora de uno de los hermanos que saben cantarla, suena emotiva y llegando al corazón la saeta al Señor de la Humildad, refrendada por otros rotundos vivas a El Cirio y al Humilde. El círculo mágico se cierra con el tradicional acto de quitar la pata a la Vieja Cuaresmera, correspondiendo el protagonismo a un hermano designado por el presidente, que nos dirigirá la palabra a toda la corporación, manifestando con la mayor sinceridad lo que crea más oportuno, pero que suele ser una confesión de amor fraterno, de devoción a Nuestro Señor o de buenas intenciones para El Cirio, o serán las tres cuestiones juntas las que salga por la boca de su corazón. Y después, mientras el tiempo lo permita, continuará la convivencia fraternal, gozando de una paz espiritual compartida, reafirmándonos en nuestro origen y destino Humilde y Manantero.
A estas alturas estaremos inundados por el amor de Nuestro Señor, influidos por las tradiciones pontanas, fortalecidos por el espíritu de El Cirio y gozosos de vivir la paz de nuestro Cuartel, símbolo de Puente Genil y distintivo importantísimo de su Semana Santa, donde habremos encontrado la caridad cristiana, frente al abuso de poder; la generosidad, frente al egoísmo; el Evangelio de Cristo, frente a las diferencias sociales; y el abrazo fraternal para combatir la angustia vital, la tensión mundial y los problemas que impiden a los hombres mantener y disfrutar una convivencia armónica y duradera.
Si entendemos por cultura el cultivo del alma o de la mente, o el espíritu folclórico de una identidad única, o bien aquel todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, las costumbres y cualquiera otros hábitos y capacidades adquiridos por el hombre, hemos de admitir que El Cirio, además de ser una asociación cívico-religiosa, también es una asociación cultural, que ofrece su experiencia a la Humanidad para una mejor calidad de vida.
Y esto también es digno de celebración.