miércoles, 28 de enero de 2015

La Vieja Cuaresmera de El Cirio

Esta figura, normalmente recortada en madera, que contemplamos siempre presidiendo un paramento del salón, tan conocida y por ello tan estimada por todos los mananteros, se halla repetida (si no idéntica, sí similar) en todos los cuarteles de Puente Genil, es uno de los símbolos más representativos de nuestras cuestiones mananteras.

Sus orígenes hay que buscarlos en tiempos pretéritos y en lugares muy alejados de estos lares. Esta vieja es la representación de la Cuaresma y simboliza la austeridad, quedando retratada por los antiguos autores como una vieja flaca, débil, sarnosa, adornada de esclavina, rosario y conchas marinas, calzada con gruesos zapatones, que porta sobre sus hombros escuálidos alforjas con pan de limosnas, y tapada bajo el brazo una calabaza con más de una azumbre, se supone que de vino, como auxilio en su peregrinar. Un vestido negro cubre su larga y delgada figura, de la que cuelgan siete piernas, que simbolizan las siete semanas de la Cuaresma, de fea cara, portando rosario penitente y un cesto donde se encuentran verduras, sardinas y otros alimentos semejantes.

En nuestro pueblo, será por la gentileza de sus gentes, se ha ido mejorando el rostro de la vieja, y por mimetismo, a través del tiempo, se ha tornado bondadoso.

La Vieja Cuaresmera de “El Cirio” es obra del artista pontanés Domingo Bordas Esojo, extraordinario pintor y veterano hermano de esta Corporación. La gestación y nacimiento de nuestra simpática Vieja tuvo lugar en el estudio que el pintor tenía instalado en la calle Madre de Dios y fue donada a “El Cirio” en Marzo de 1946, según consta en el Libro de Actas I, y desde entonces se ha distinguido en un lugar privilegiado de nuestro Cuartel. Podemos comprobar que el pintor enriqueció su cesto con productos derivados del cerdo, un hermoso pato y vino bien etiquetado, dando lugar a entender que doña Cuaresma hubiese hecho las paces con don Carnal y estableciese unas normas más tolerantes de ayuno y abstinencia. Realmente este cambio viene dado por celebrarse nuestras juntas los sábados de Cuaresma y no afectarnos esos días el mandamiento de abstinencia.

En ella encontramos el símbolo de la Cuaresma, es testigo principal de nuestras convivencias, confidente prudentísima de nuestras sinceras confesiones, generosa donante de sus miembros inferiores para recuerdo de momentos emotivos en nuestras juntas, justa medida para el equilibrio de la regla del buen comer y beber como muestra del mejor comportamiento entre hermanos y ¡cómo no!: tesoro artístico en el inventario del Cuartel.

Nuestra Vieja Cuaresmera además de tener fecha de nacimiento registrada en el Libro de Actas de “El Cirio”, es símbolo de tradición al gozar su historia de una antigüedad varias veces centenaria. Sus severos vestidos nos dan idea de su austeridad; su rosario, de la religiosidad de su imagen y de la Corporación que la guarda; su rostro y figura delgados son signo de ayuno y penitencia; sus siete “patas” sirven de indicador temporal de la Cuaresma y de las subidas de las Corporaciones de Semana Santa de Puente Genil a la ermita de su patrón Nuestro Padre Jesús Nazareno, cada una con el título del Evangelio del domingo correspondiente según el calendario tradicional, exceptuando el Domingo de Quincuagésima, coincidente con el de Carnaval, en el que se efectúa la primera subida a la ermita de Jesús, esto es: Primera subida al Calvario, Tentaciones, Transfiguración, Diablo Mudo, Pan y Peces, Pasión y Ramos.