domingo, 25 de enero de 2015

Los Evangelios de Cuaresma

Primera subida al Calvario: Sábado de Quincuagésima (de Carnaval). 
En el Evangelio, Jesucristo anuncia a sus Apóstoles la proximidad de su Pasión, Muerte y Resurrección. También narra este pasaje evangélico la curación del ciego de Jericó, que es como una nota de afianzamiento del poder de Cristo, que, si moría en la Cruz, era por propia voluntad. 
Evangelio (Lc., 18, 31-43). En aquel tiempo: Tomando Jesús aparte a los doce Apóstoles, les dijo: Ya veis que subimos a Jerusalén, donde se cumplirán todas las cosas que fueron escritas por los profetas acerca del Hijo del hombre. Porque será entregado en manos de los gentiles, y escarnecido, y azotado, y escupido, le darán la muerte, y al tercer día resucitará. Pero ellos ninguna de estas cosas comprendieron: antes era éste un lenguaje desconocido para ellos, ni entendían la significación de las palabras dichas. Y al acercarse a Jericó, estaba un ciego sentado a la orilla del camino pidiendo limosna. Y sintiendo el tropel de la gente que pasaba, preguntó qué novedad era aquella. Dijéronle que Jesús Nazareno pasaba por allí de camino. Y al punto se puso a gritar: Jesús, hijo de David, ten piedad de mí. Los que iban delante le reprendían para que callase. Pero él levantaba mucho más el grito: Hijo de David, ten piedad de mí. Paróse entonces Jesús, y mandó traerle a su presencia. Y cuando le tuvo ya cerca, preguntóle, diciendo: ¿Qué quieres que te haga? Señor, respondió él, que yo tenga vista. Díjole Jesús: Tenla; y sábete que tu fe te ha salvado. Y al instante vio, y le seguía celebrando las grandezas de Dios. Y todo el pueblo, cuando vio esto, alabó a Dios. 
Segunda subida al Calvario: Tentaciones. (Primero de Cuaresma) 
El Evangelio describe las tentaciones de Satanás en el desierto a Nuestro Señor Jesucristo, cuando Éste estaba entregado al ayuno y a la penitencia. Con ellas Cristo venció y humilló al tentador, y nos mostró que no es un mal el ser tentados, sino el consentir la tentación. 
Evangelio (Mat., 4, 1-11). En aquel tiempo: Jesús fue conducido del Espíritu Santo al desierto para que fuese tentado allí por el diablo. Y después de haber ayunado cuarenta días con cuarenta noches, tuvo hambre. Entonces, acercándose el tentador, le dijo: Si eres el Hijo de Dios, di que esas piedras se conviertan en panes. Mas Jesús le respondió: Escrito está: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra o disposición que sale de la boca de Dios. Después de esto le transportó el diablo a la santa ciudad de Jerusalén, y le puso sobre lo alto del templo. Y le dijo: Si eres el Hijo de Dios, échate de aquí abajo; pues está escrito: Que te ha encomendado a sus ángeles, los cuales te tomarán en las palmas de sus manos para que tu pie no tropiece contra alguna piedra. Replicóle Jesús: También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios. Todavía le subió a un monte muy encumbrado, y mostróle todos los reinos del mundo y la gloria de ellos y le dijo: Todas estas cosas te daré si, postrándote delante de mí, me adorares. Respondióle entonces Jesús: Apártate de ahí, Satanás; porque está escrito: Adorarás al Señor Dios tuyo, y a él sólo servirás. Con eso le dejó el diablo; y he aquí que se acercaron los ángeles y le servían. 40 

Tercera subida al Calvario: Transfiguración 
El Evangelio manifiesta ante nuestros ojos los esplendores de la gloria del Tabor. Si en el sábado anterior vimos a Nuestro Señor Jesucristo padeciendo los ataques del tentador, en su carne mortal, hoy le vemos en los radiantes esplendores de su Majestad. 
Evangelio (Mat., 17, 1-9). En aquel tiempo: Tomó Jesús consigo a Pedro y a Santiago, y a Juan, su hermano; y subiendo con ellos solos a un alto monte, se transfiguró en su presencia: de modo que su rostro se puso resplandeciente como el sol, y sus vestidos blancos como la nieve. Y al mismo tiempo se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él de lo que debían de padecer en Jerusalén. Entonces Pedro, tomando la palabra, dijo a Jesús: Señor, bueno es estarnos aquí, si te parece, formemos aquí tres pabellones, uno para ti, otro para Moisés y otro para Elías. Todavía estaba Pedro hablando, cuando una nube resplandeciente vino a cubrirles; y al mismo instante resonó desde la nube una voz que decía: Este es mi querido Hijo en quien tengo puestas mis complacencias. A él debéis de escuchar. A esta voz, los discípulos cayeron sobre su rostro en tierra, y quedaron poseídos de un grande espanto. Mas Jesús se llegó a ellos y les dijo: Levantaos y no tengáis miedo. Y alzando los ojos, no vieron a nadie sino a solo Jesús. Y al bajar del monte les puso Jesús precepto, diciendo: No digáis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos. 
Cuarta subida al Calvario: Diablo Mudo
En el Evangelio vemos cómo con el poder de Cristo es posible vencer a Satanás; mas es preciso perseverar en la lucha, por cuanto el enemigo no cede en su empeño. Al final del Evangelio escuchamos una alabanza a la Madre de Jesús. 
Evangelio ( Lc.11, 14-28). En aquel tiempo: Jesús lanzaba un demonio, el cual era mudo; y así que hubo echado al demonio, habló el mudo, y todas las gentes quedaron muy admiradas. Mas no faltaron allí algunos que dijeron. Por arte de Belcebú, príncipe de los demonios, echa Él los demonios. Y otros, por tentarle, le pedían que les hiciese ver algún prodigio en el cielo. Pero Jesús, penetrando sus pensamientos, les dijo: Todo reino dividido en partidos contrarios, quedará destruido; y una casa dividida en fracciones, camina a su ruina. Si, pues, Satanás está también dividido contra sí mismo, ¿cómo ha de subsistir su reino?, ya que decís vosotros que yo lanzo demonios por parte de Belcebú. Y si yo lanzo los demonios por virtud de Belcebú, ¿por virtud de quien los lanzan vuestros hijos? Por tanto, ellos impuros serán vuestros jueces. Pero si yo lanzo los demonios con el dedo o virtud de Dios, es evidente que ha llegado ya el reino de Dios a vosotros. Cuando un hombre valiente, bien armado, guarda la entrada de su casa, todas las cosas están seguras. Pero si otros más valientes que él, asaltándole, le vencen, le desarmarán de todos sus arneses, en que tanto confiaba, y repartirán sus despojos. Quien no está por mí, está contra mí; y quien no recoge conmigo, desparrama. Cuando un espíritu inmundo ha salido de un hombre, se va por lugares áridos, buscando lugar donde reposar; y no hallándolo, dice: Me volveré a mi casa de donde salí. Y viniendo a ella, la encuentra barrida y bien adornada. Entonces va y toma consigo otros siete espíritus peores que él; y entrando en esta casa, fijan en ella su morada. Con lo cual, el último estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero. Estando diciendo estas cosas, he aquí que una mujer, levantando la voz en medio del pueblo, exclamó: Bienaventurado el vientre que te llevó, y los pechos que te alimentaron. Pero Jesús respondió: Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios, y la ponen en práctica. 41 

Quinta subida al Calvario: Pan y Peces
El Evangelio narra la multiplicación de los panes y los peces, símbolo del Pan eucarístico, y recuerda que Jesús, transformando en pan en su Cuerpo, alimentará sobrenaturalmente nuestras almas para que no perezcan, en el Banquete Pascual. 
Evangelio (In., 6. 1-15). En aquel tiempo: Pasó Jesús al otro lado del mar de Galilea, que es el lago de Tiberiades. Y como le siguiese una gran muchedumbre de gentes, porque veía los milagros que hacía con los enfermos, subióse a un monte y sentóse allí con sus discípulos. Acercábase ya la Pascua, que es la gran fiesta de los judíos. Habiendo, pues, Jesús levantado los ojos, y viendo venir hacia sí un grandísimo gentío dijo a Felipe: ¿Dónde compraremos panes para dar de comer a toda esa gente? Mas esto lo decía para probarle; pues que bien sabía él mismo lo que había que hacer. Respondióle Felipe: Doscientos denarios de pan no les alcanzan para tomar un bocado cada uno. Dícele uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro: Aquí está un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; mas ¿de qué sirve esto para tanta gente? Pero Jesús dijo: Haced sentar a esas gentes. El sitio estaba con mucha hierba. Sentáronse, pues, al pie de cinco mil hombres. Jesús entonces tomó los panes, y después de haber dado gracias a su eterno Padre, repartiéndolos, por medio de sus discípulos, entre los que estaban sentados, y lo mismo hizo con los peces, dando a todos cuanto querían. Después de que quedaron saciados, dijo Jesús a sus discípulos: Recoged los pedazos que han sobrado, para que no se pierdan. Hiciéronlo así, y llenaron doce cestas de los pedazos que habían sobrado de los cinco panes de cebada, después que todos hubieron comido. Visto el milagro que Jesús había hecho, decían aquellos hombres: Este, sin duda, es el gran profeta que ha de venir al mundo. Por lo cual, conociendo Jesús que habían de venir para llevárselo por fuerza y levantarle por rey, huyóse él solo otra vez al monte. 
Sexta subida al Calvario: Pasión
En el Evangelio oímos al propio Jesús protestar de su inocencia ante el pueblo judío, que, ciego, no quiere ver las pruebas de su divinidad, revolviéndose airado contra Él, y tratándole de endemoniado le expulsa del templo y pretende apedrearle. 
Evangelio (In., 8, 46-59). En aquel tiempo: Decía Jesús a las turbas de los judíos: ¿Quién de vosotros me convencerá de pecado alguno? Pues si digo la verdad, ¿por qué no me creéis? Quien es de Dios, escucha la palabra de Dios. Por eso vosotros no la escucháis, porque no sois de Dios. A esto respondieron los judíos, diciéndole: ¿No decimos bien nosotros que tú eres un samaritano, y que estás endemoniado? Jesús les respondió: Yo no soy poseído por el demonio, sino que honro a mi Padre, y vosotros me habéis deshonrado a mí. Pero yo no busco mi gloria; otro hay que la promueve, y él me vindicará. En verdad, en verdad os digo, que quien observare mi doctrina, no morirá para siempre. Dijeron los judíos: Ahora acabamos de conocer que estás poseído de algún demonio. Abrahán murió, y murieron también los profetas, y tú dices: Quien observare mi doctrina no morirá eternamente. ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Abrahán, el cual murió; y que los profetas, que asimismo murieron? Tú por quién te tienes? Respondió Jesús: Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria, diréis, no vale nada; pero es mi Padre el que me glorifica, aquel que decís vosotros que es vuestro Dios. Vosotros, empero, no le habéis conocido. Yo sí le conozco; y si dijere que no le conozco, sería como vosotros, un mentiroso. Pero le conozco bien, y observo sus palabras. Abrahán, vuestro padre, ardió en deseos de ver este día mío; viole y se llenó de gozo. Los judíos le dijeron: ¿Aún no tienes cincuenta años y viste a Abrahán? Respondióles Jesús: En verdad, en verdad os digo, que antes que Abrahán fuera creado, yo existo. Al oír esto cogieron piedras para tirárselas. Mas Jesús se escondió milagrosamente, y se salió del templo. 42 

Séptima subida al Calvario: Domingo de Ramos 
El Evangelio nos relata la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, principio de su ministerio en la ciudad y en el Templo. 
Evangelio. (Mc., 11, 1-11). Y cuando se aproximaban a Jerusalén, a Betfagçe y Betania, junto al Monte de los Olivos, envió a dos de sus discípulos y les dijo: Id a la aldea que está enfrente, y luego que entréis en ella, encontraréis un pollino atado, sobre el que nadie montó aún; soltadlo y traedlo. Si alguno os dijere: ¿Por qué hacéis esto?, decidle: El Señor tiene necesidad de él; y al instante os lo volverá a traer aquí. Se fueron y encontraron el pollino atado a la puerta, fuera, en el cruce del camino, y lo soltaron. Algunos de los que allí estaban les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino? Ellos les contestaron como Jesús les había dicho, y los dejaron. Llevaron el pollino a Jesús, y echándole encima sus vestidos, montó en él. Muchos extendían sus manos sobre el camino, otros cortaban follaje de los campos, y los que le precedían y le seguían gritaban: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito el reino que viene de David, nuestro padre! ¡Hosanna en las alturas! Entró en Jerusalén, en el templo y echando una mirada alrededor sobre todo, salió para Betania con los doce.